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Huellas

  • Foto del escritor: Gerardo Adame
    Gerardo Adame
  • 31 ago 2016
  • 3 Min. de lectura

Los nativos del pueblo nos dijeron una tarde que los osos se podían ver en el amanecer o antes de que anocheciera. Al parecer son más activos de noche para evitar a los humanos. Me prometí a mí mismo que me despertaría a las 5 de la mañana el próximo día. Dormí muy mal esa noche. Cuando sonó mi alarma me levanté de la cama con la imagen de un grizzly en mi cabeza. Esta vez iría en busca de osos completamente solo porque mis amigos no se quisieron despertar tan temprano, argumentando que también podíamos ver a los animales en el crepúsculo. Metí a mi mochila mi cámara y mis binoculares; y tomé con la mano derecha un palo corto de buena madera que había afilado puntiagudo unos días antes. Por su tamaño reducido, era más como un cuchillo que como una lanza.

huellas de oso

El plan era caminar hasta el arroyo más cercano, que se encontraba a 3 kilómetros de distancia. Para llegar tenía que seguir la carretera. La casa donde nos quedábamos estaba sobre la carretera, así que no tenía ningún problema. Mi misión era simplemente caminar en línea recta.

En esta época del año amanece muy temprano y oscurece muy tarde en Bella Coola, así que cuando salí de la casa ya había bastante luz. La carretera estaba totalmente vacía. Mientras caminaba lo único que escuchaba era cómo chocaban los objetos dentro de mi mochila, que se movía con el sutil swing que mi cuerpo producía a cada paso. A un lado del camino estaba el bosque. Era una mañana fresca y silenciosa. Todo era muy tranquilo. Todavía se veía y se sentía la bruma del amanecer, y había un aroma a bosque y a tierra mojada.

Disfruté mucho esa caminata. Disfruté el clima y el silencio. Disfruté la soledad y la sensación de libertad.

El arroyo al que me dirigía estaba lleno de salmón y cruzaba por debajo de la carretera. O sea que esa parte de la carretera era más bien un puente. El hecho de que el arroyo cruzara por debajo y continuara en línea recta hasta perderse en el bosque, significaba que no importaba si te asomaras desde el lado izquierdo o derecho del puente, el arroyo siempre se encontraría perpendicular a la plataforma. Era el mirador perfecto.

Encontré huellas de oso frescas sobre el pavimento, y poco antes de llegar a mi destino vi dos venados comiendo detrás de un árbol. Parecían estar disfrutando la mañana tanto como yo.

venado
gaviota fotografía

Llegué al puente. Me instalé del lado derecho y eché un vistazo al arroyo. Enseguida saqué mi cámara y recargué mi mochila contra la barrera de contención para coches. Me senté sobre la barrera mencionada, y comenzó la espera. Para no aburrirme trataba de fotografiar a las gaviotas que volaban frente a mí o a las águilas calvas, que no eran tan confianzudas como las gaviotas y guardaban su distancia. Dieron las siete de la mañana. Pasaron unos minutos más, cuando escuché el ladrido de un perro a relativamente poca distancia. Inmediatamente recordé lo que nos había dicho un hombre del pueblo unos días antes; "si los perros ladran, hay un oso a la redonda". En ese momento dejé de perseguir gaviotas con mi cámara y me concentré en el arroyo. Esperé ansioso unos minutos, hasta que vi a unos 40 metros de distancia cómo un cuerpo muy oscuro se movía entre la maleza. Era un oso. Ajusté mi cámara lo más rápido que pude y puse mucha atención a los movimientos del animal. El oso bajó hacia al arroyo y empezó a buscar salmón. A veces caminaba lentamente y a veces se abalanzaba sin éxito sobre los peces. Yo por momentos tomaba fotos, y por otros contemplaba. Mi corazón latía a toda velocidad. Éramos solamente el oso y yo, y por más que la distancia fuera vasta, no había ningún tipo de reja que nos separara. Traté de evitar hacer movimientos bruscos para pasar desapercibido; pero el oso estaba muy ocupado pescando. Estuvo deambulando sobre el agua por unos minutos, hasta que atrapó un salmón, y decidió regresar a la seguridad del bosque para devorarlo. Una vez terminada la función, sonreí con emoción y gratitud.

oso canadá

Fueron 5 minutos de pura magia. Pocas veces me había sentido tan feliz.

Pienso que el mundo nos ofrece todo lo que necesitamos para sentirnos inspirados y dichosos. Hay ballenas y montañas y águilas y osos. Hay humanidad. Hay acciones heroicas y conmovedoras todos los días, llenas de amor y de bondad... Pero nos hemos hecho distraídos.

Facundo Cabral, decía: "No estás deprimido, estás distraído; distraído de la vida que te puebla...”

Recomiendo mucho leer completo el texto de Cabral.


 
 
 

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