Gerardo Adame Rábago
Miradas
Frente a la fotografía, la esgrima de miradas se pone en juego. De esencia visual, de impacto preciso, el silencio y la sugerencia son el rasgo más elocuente del arte fotográfico. Todo ello a partir de la mirada audaz, precisa, del momento que capta el fotógrafo. Gerardo Adame no sólo asume su papel como cazador de instantes, sino que persigue la mirada de esos otros: los animales en la naturaleza, para que nuestros ojos se crucen con los de ellos, o para que pongamos atención en lo que miran. Así, Adame crea una cercanía imposible; nos lo permite la lente, la temeridad, la paciencia y la sensibilidad del artista.
Las miradas piensan. El flamenco filosofa desde su insolente naranja, escribe un libro con su mirada arropada de plumas. El jaguar tan temible, parece humilde y tienta a la caricia en el escenario de texturas que lo esconden. Los zorros son sagaces y parecen haber sido descubiertos en malos pasos. No se disculpan; saben que se saldrán con la suya. El águila rastrea desde su imperio de nubes, subrayando lo acertado de nuestra expresión “ojo de águila”. Para el oso, el río es una promesa de banquetes alcanzables. Los animales saltan, vuelan, se enredan bajo el mar en el fotógrafo que los mira desde la coraza riesgosa de su lente, creando el instante en que los asombros habrán de convocarse.
En la experiencia fotográfica de Gerardo Adame convergen los ojos, para hacernos cómplices vouyeristas de su atinado disparo. Detiene para siempre lo que miran los que miran y nos miran. Ellos, los animales, que nos devuelven a nuestras emociones primarias, antes de ser tomadas por la palabra.
Mónica Lavín
Noviembre 2016