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"La Historia del Oso" y Galería

  • Foto del escritor: Gerardo Adame
    Gerardo Adame
  • 17 ago 2016
  • 8 Min. de lectura

agua de glaciar

Cuando descubrí cuánto me gustaba tomar fotos de naturaleza y animales, decidí, antes de tomar cualquier curso, empezar a seguir en redes sociales a todos los fotógrafos que pude. Uno de los mejores entrenadores que tuve cuando jugaba fútbol nos decía y nos repetía que algo importantísimo para mejorar, era ver fútbol. Al principio de casi todos los entrenamientos nos preguntaba si habíamos visto el partido del día anterior. Partidos que muchas veces eran de la liga brasileña o de la Copa MX (o sea, partidos poco atractivos para el aficionado promedio). Nos preguntaba si habíamos notado alguna jugada en específico o analizado algún planteamiento táctico. Decidí hacerle caso a mi entrenador y empecé a buscar en la tele la mayor cantidad posible de partidos, y me puse a analizar. La verdad me ayudó mucho. Entre más partidos veía, mejor. Más información, más aprendizaje. Observaba los errores y los aciertos de los jugadores y tomaba notas mentales. Seguí, pues, la misma fórmula con la fotografía. Claro que por lo menos un curso es necesario para saber más o menos qué analizar o qué buscar en una foto; pero sin duda ver fotos constantemente es lo que me ha ayudado más a definir mi estilo y a aprender. Fueron pasando así los meses y conforme seguí viendo fotos de animales me fui dando cuenta que la mayoría de mis fotógrafos favoritos trabajaban en la misma región: British Columbia. British Columbia está al noroeste de Canadá. Es un lugar que está lleno de especies protegidas que viven en bosques pluviales, en praderas, y en el mar. Investigué un poco y sin que pasara mucho tiempo resolví que éste era el lugar al que quería ir en el verano. Quería fotografiar osos y orcas.

carretera canada

Llegué a Vancouver con mi amigo Luis, con el objetivo de partir hacia Bella Coola tan pronto como pudiéramos. Bella Coola es un pueblito al norte de Vancouver, que está escondido dentro de un valle a la mitad de la nada. Llegar no es nada fácil: está a 12 horas de Vancouver manejando, y no hay camiones que te lleven hasta allá. Nuestras opciones eran llegar por aire, que es carísimo; llegar por mar, pero el ferry circula una o dos veces al mes; o llegar por tierra, pidiendo aventón. Como estábamos escribiendo una historia de aventura (y como no teníamos tanto dinero), decidimos escribir en un pedazo de cartón la leyenda "Bella Coola" y nos sentamos con nuestras maletas a un lado de la carretera a esperar a un alma servicial o inocente que se animara a subirnos a su coche. Pasaron las horas y no teníamos suerte. Yo le decía a Luis que el problema era su maldita barba de vikingo y él me decía que el problema era mi maldito letrero todo mal escrito. Después empezó a llover. El letrero comenzó a mojarse y las letras iban desapareciendo poco a poco. Todo nos estaba saliendo mal, y justo cuando estábamos a punto de rendirnos, apareció un tipazo absoluto que nos iluminó la cara y nos ofreció aventón. Gloria.

perro

La población de Bella Coola está conformada casi 70% por nativos, y el resto de la gente es blanca. No hay más de mil personas en el pueblo. La gente es leñadora o pescadora. Los nativos tienen más derechos porque la tierra les pertenece, y aunque esto a veces pueda generar problemas o tensiones entre razas, la verdad es que es notable la buena relación que hay entre los habitantes del pueblo. En términos generales, es un pueblo incluyente y amable.

paisaje canada

Para nuestra pésima suerte, nos tocó llegar con la familia más perversa del universo. Una señora agresiva y manipuladora y un señor gruñón e indiferente, que además eran fanáticos religiosos y tenían graves problemas con la ley. En esa casa nos hicimos amigos de Rob y Sanita, otros viajeros desafortunados. Rob es británico y Sanita alemana. Ambos tienen 30 años y también se conocieron ahí. Por más que fueran considerablemente más grandes que nosotros, nunca sentimos la diferencia. Cinco días después de llegar a esta casa del terror, decidimos, los cuatro, huir de ahí. No teníamos a donde ir, pero quedarnos ahí no era opción. Es bastante aterrador no tener un techo donde dormir cuando estás en un lugar a la mitad de la nada donde hay más osos que personas. Pero nos teníamos el uno al otro y nos sentíamos relativamente seguros estando juntos.

cuervos cortejo

Llegamos finalmente a casa de un hombre llamado Fraser, que nos salvó la vida. El acuerdo era trabajar para él por unas 3 o 4 horas al día, a cambio de comida y un lugar donde dormir. Yo dormía sobre una mesa de billar. Fraser le puso un colchoncito encima y terminó siendo una cama sorprendentemente cómoda. Hicimos diferentes trabajos en la propiedad, como poner una cerca o mantenimiento general. En casa de Fraser nos sentíamos mucho más seguros. Teníamos, al fin, tiempo para ir a buscar osos.

zorros hermanos

Nuestro medio de transporte era el 'hitchhiking'. Conseguir aventón dentro del pueblo era mucho más fácil que en la carretera; así que lo hacíamos todo el tiempo. Cada vez que nos subíamos a un coche, le preguntábamos al conductor en turno dónde podíamos ver osos. Cada persona tenía una respuesta diferente y hacían sugerencias o cálculos sobre dónde podrían estar los osos; pero todos coincidían en que habíamos llegado al valle un poco temprano. Los osos bajan de las montañas cuando llega el salmón a los ríos, y el salmón llega entre agosto y septiembre. Estábamos en el mes de julio.

culebra acuática

Visitamos ríos y escalamos montañas y sólo encontrábamos rastros de osos, pero no conseguíamos verlos. Sabíamos que estaban por ahí; nos topábamos frecuentemente con personas que acababan de ver a alguno. Pero la suerte no llegaba. Un día, un hombre llamado Ken nos subió a mí, a Luis y a Rob a su camioneta para darnos aventón. Como siempre le preguntamos dónde creía él que podríamos ver osos. Por primera vez recibimos una respuesta contundente.

-Vayan a "Tote Road". Ahí les aseguro que van a ver osos.

bosque canada

Nos bajamos del coche celebrando. Planificamos todo. Teníamos que acampar a 1 kilómetro de "Tote Road", que es un sendero antiguo por donde la gente solía cruzar el valle a caballo. Después de acampar teníamos que levantarnos a las 4:30 de la mañana para tener mejores posibilidades, porque las mejores horas para ver osos son cuando sale el sol y cuando se oculta. Los osos se han hecho bastante nocturnos para evitar a los humanos. Recibimos todas las instrucciones y las reglas sobre qué se debe hacer cuando acampas en territorio de osos. Guardar la comida lejos del campamento, llevar "bear spray", etc. Estábamos listos.

atardecer montañas

Llegó el día. Tote Road está bastante alejado del pueblo de Bella Coola; como a 40 minutos. Apenas logramos conseguir a alguien que nos pudiera llevar hasta allá. Empezamos a instalar el campamento a las 6.30 de la tarde. Hicimos una fogata, cenamos salchichas y nos fuimos a dormir. No duermes nada bien cuando lo único que te separa de un posible oso es el pedazo de tela de tu casa de campaña. Dieron las 4.30 de la mañana. Nos levantamos de un brinco; mal dormidos, ansiosos y nerviosos. Todavía estaba muy oscuro, pero para llegar a Tote Road teníamos que caminar por la carretera por unos 20 minutos. Comenzó la caminata. Íbamos sin hacer ruido, porque se supone que si haces ruido los osos te escuchan y se van. De hecho, la regla en el bosque es siempre ir haciendo ruido. Pero queríamos ver osos.

orca cría

Llegamos al inicio de Tote Road.

Para este momento ya había un poco de más luz, pero seguía amaneciendo. Empezamos a recorrer el sendero. En silencio. Observando. Escuchando. Confundiendo sombras y sonidos. Con los sentidos a tope. El sendero va siempre a lado de un río. Yo tenía la esperanza de ver a un oso del otro lado del río, donde pudiera verlo y fotografiarlo desde una buena distancia y desde un lugar seguro. Nada. Ni un rastro. El sol continuó saliendo. Caminamos el sendero en silencio por 2 horas hasta que decidimos parar. Se nos había escapado el amanecer y las probabilidades eran ya muy pocas. No había ni siquiera rastros de algún oso. Decepcionados, decidimos dar la vuelta y regresar al campamento. Nos esperaban otras 2 horas de regreso y los mosquitos y las piernas nos estaban matando.

águila en la bruma

Desde el momento en que decidimos regresar, perdimos la esperanza. Empezamos a platicar y por lo tanto a hacer ruido. Lo único que queríamos era llegar al campamento y desayunar. En el camino de regreso, Rob iba atrás y Luis y yo íbamos adelante. Íbamos riendo y platicando. Llegamos a una parte un poco estrecha del sendero, rodeada por arbustos y maleza alta y espesa. Rob estaba contando alguna anécdota, cuando de repente escuché un sonido extraño. Natural o inconscientemente, mis sentidos seguían a tope; después de todo todavía estábamos en territorio de osos, así que le di prioridad a ese sonido. Mi mente se olvidó de la conversación y me puse en estado de alerta. El sonido venía desde enfrente de nosotros, apenas a unos 5 o 6 metros de donde estábamos. Se escuchaba por los arbustos del lado izquierdo. Era como si algo pesado estuviera moviendo la maleza, y escuché un par de ramas rompiéndose. No podía ver nada porque había un pequeño árbol que no me dejaba ver el lugar de donde venía el sonido. Rob seguía hablando pero yo ya lo había dejado de escuchar. Dimos unos pasos más. Pasamos el pequeño árbol y vi cómo a 2 metros de donde estábamos había mucho movimiento en la maleza. El movimiento estaba a lado de nosotros. Las plantas y los arbustos se quebraban. Era evidente que era un animal grande, pero no podía ver su forma entre las plantas.

-Alto, alto. - dije susurrando, con tono de alerta.

Estábamos demasiado cerca, no importaba el animal que fuera; estábamos demasiado cerca. Rob dejó de hablar y todos nos detuvimos. En el instante en el que nos detuvimos, el sonido que el animal estaba produciendo se detuvo también, como si él también nos hubiera percibido a nosotros. Todo se detuvo en ese momento. Enseguida, como si estuviéramos en una película, salió de la maleza una enorme cabeza de oso grizzly. Todos nos paralizamos. Estábamos a menos de 2 metros del animal. Escuchamos su respiración y el sonido de su cuerpo. Un golpe escalofriante de adrenalina recorrió mi cuerpo. "Me voy a morir", pensé. Antes del viaje había leído que los ataques de oso ocurren cuando te topas con ellos. Leí que cuando los sorprendes es cuando te pueden atacar. Di un paso sutil a la derecha, hacia donde estaba Luis. Para este momento podíamos ver todo el cuerpo del oso; podíamos tocarlo si hubiéramos querido. El oso, curiosamente, todavía no nos había visto, pero probablemente nos había olfateado porque había dejado de hacer lo que sea que estuviera haciendo. Entonces, giró su cabeza hacia nosotros. Yo me preparé para recibir algún impacto o para pelear. Nunca me había sentido tan vulnerable. La expresión en la cara del oso fue tan clara como la de cualquier ser humano. Sintió pánico. Abrió violentamente sus ojos y los movió en dirección a cada uno de nosotros, como si estuviera contando cuántos éramos. Giró enérgico su cuerpo hacia el bosque, y huyó a toda velocidad. Mientras corría, tan rápido como un caballo, se escuchaba el crujir de las ramas y las plantas que iba destruyendo en su camino. Desapareció en segundos. Todo pasó en menos de 5 segundos, pero la adrenalina nos hizo ver todo en cámara lenta. Me quedé temblando. Nos volteamos a ver los tres con una cara que combinaba muchas emociones a la vez. No sabíamos si estábamos emocionados, o confundidos, o enojados, o si queríamos llorar o gritar. No entendíamos nada.

águila canadá

Fue probablemente la experiencia más intensa, terrorífica e increíble que he tenido. Después del evento, todos teníamos la sensación de que no había sido real; de que no había pasado. Lo único que nos aseguraba que en verdad había pasado era cuando lo platicábamos, y comprobábamos a través del otro que lo que acabábamos de vivir había sido, en efecto, real.

río glaciar

Unos días después de eso vimos salmones llegando a diferentes ríos. Cada vez más salmones. Tuvimos la suerte de que el salmón llegara temprano este año, y para el final del viaje vimos alrededor de 9 osos; solo que esta vez desde lugares más seguros y desde distancias más largas.

oso blanco y negro


 
 
 

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